Kim podría hundir a Seúl en el Infierno en minutos
Sólo el sentido común ha
impedido una segunda Guerra de Corea.
Todos los antecesores de
Donald Trump se plantearon la vía militar y todos la descartaron por la
inasumible factura. A Bill Clinton, por ejemplo, su jefe militar de Asia
Pacífico le reveló que costaría no menos de un millón de muertos y un billón de
dólares en daños. Era 1994 y en la ecuación aún no entraban las armas
nucleares. Se desconoce cuál es el costo que le habrán anticipado a Trump, pero
el problema es el mismo: Estados Unidos es incapaz de blindar a sus aliados
frente al contraataque norcoreano.
No se discute el resultado.
Estados Unidos destina a defensa más que la suma de los siete países
siguientes, Corea del Sur ocupa el puesto 11 en la clasificación militar
mundial y Corea del Norte apenas el 23. Pero sería una victoria sudada y
dolorosa, la más cruenta desde, precisamente, la Guerra de Corea (1950-1953).
"Una guerra catastrófica, especialmente para mucha gente inocente en
algunos de nuestros países aliados", asumió recientemente el secretario de
Defensa, Jim Mattis. "Es una guerra que no deseamos", añadió.
Los expertos llevan años
imaginando el escenario bélico. La respuesta norcoreana a una agresión
estadounidense vendría de las 21.000 piezas de artillería (obuses, morteros y
lanzaderas de misiles), muchas de las cuales están repartidas por la frontera.
Desde ahí, apenas tardarían 45 segundos en cubrir los 50 kilómetros que los
separan de Seúl. Gran parte de la artillería norcoreana es vieja, casi
obsoleta, pero aún eficaz.
Una sola ronda podría
enviar a la capital surcoreana más de 350 toneladas de explosivos, una cantidad
similar a la que pueden cargar 11 bombarderos B-52. Defenderse de esa lluvia se
antoja complicado. Estados Unidos ha invertido 200.000 millones de dólares en
escudos antimisiles desde que Ronald Reagan soñara con un blindaje inexpugnable
en la Guerra Fría, pero los resultados son aún discretos. Algunos de los
sistemas se alejan mucho de la eficacia absoluta en pruebas realizadas en
óptimas condiciones y es seguro que sería menor en un escenario bélico.
El río Han y las barreras
montañosas que encorsetan la ciudad dificultaría la evacuación de los 25
millones de habitantes. La ciudad cuenta con 3200 de los 19.000 refugios
subterráneos del país, pero están en pobres condiciones de mantenimiento y
muchos ciudadanos ignoran su ubicación.
También sería complicado inutilizar
esa artillería. Muchas lanzaderas están escondidas en alambicadas redes de
túneles o camufladas en frondosos bosques. Serían necesarias al menos dos
semanas de tenaces bombardeos para acabar con ellas, según el general retirado
Mark Hertling. Seúl o Tokio podrían haber sido ya descuartizadas por los
misiles norcoreanos si los líderes acorralados los hubieran cargado con armas
nucleares o algunos de los múltiples agentes químicos que almacenan.
Dice la ciencia militar que
los ejércitos con pocas armas nucleares deben utilizarlas cuanto antes para
sacarles provecho.
"Sería muy difícil que
Estados Unidos destruyera completamente con un ataque preventivo todas las
armas nucleares, misiles y piezas de artillería convencional. Corea del Norte
se ha esforzado durante décadas en esconderlas y en proteger sus centros
militares clave en instalaciones excavadas a mucha profundidad. Existe un gran
riesgo de que Corea del Sur, Japón y Estados Unidos sufrieran un contraataque
catastrófico", señala Tong Zhao, experto de Seguridad del centro
Carnegie-Tsinghua.
Y tras los bombardeos
llegaría la invasión, nunca inferior a dos meses. No sería la plácida conquista
de Irak, con un país semidesarmado, con divisiones étnicas y de orografía
anodina. En Corea del Norte espera una población fanatizada y educada desde la
cuna en el odio al diablo estadounidense, armada hasta los dientes y protegida
en sus montañas.
Los dos bandos desean
desenlaces rápidos. Corea del Norte, porque sabe que su inferioridad la obliga
a infligir en los primeros momentos una mortandad tan inasumible que obligue al
enemigo a detener el combate. Y Estados Unidos y Corea del Sur, porque
recuerdan que durante los tres años que duró la Guerra de Corea murieron 2,7
millones de coreanos, 33.000 estadounidenses y 150.000 chinos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario